Cómo los caballos guían la indagación profunda
Como profesional del acompañamiento, tu mayor habilidad no es tener todas las respuestas, sino saber cómo hacer las preguntas correctas. Probablemente has aprendido a formularlas siguiendo manuales, pero si has notado que tus clientes/pacientes no siempre tienen esos momentos de «clic» o revelación, es porque la verdadera pregunta no nace de un libro, sino de una indagación profunda.
La indagación profunda es el arte de ir más allá de la superficie, de las respuestas lógicas y de los temas obvios. Es una exploración en el subconsciente, en el sistema nervioso, en lo que tu cliente realmente está sintiendo, no solo pensando. Es un camino para descubrir la raíz de los desafíos, no solo sus síntomas.
Del manual a la maestría: El caballo como brújula
Aquí es donde entra el caballo como tu maestro más genuino, ya que no puedes mentirle a un caballo. Su supervivencia como animal de presa depende de su habilidad para leer la coherencia de su entorno. Esto significa que reaccionará a tu energía, a tu tensión, a tu intención más profunda, mucho antes de que tu cliente o tú mismo seáis conscientes de ello.
El caballo, a través de sus movimientos y su comportamiento, te da una pista. Un acercamiento lento y pausado puede indicar una necesidad de conexión en el cliente/paciente; un movimiento brusco, un bloqueo o un miedo oculto. Estos movimientos no son aleatorios; son la manifestación de lo que el cliente/paciente está viviendo en ese momento.
Tu trabajo, entonces, no es preguntar por preguntar. Es observar y sentir.
La ciencia detrás del arte de preguntar
El arte de la indagación profunda está respaldado por la ciencia. Estudios en el campo de la psicología del coaching y la terapia conversacional demuestran que las preguntas que realmente impulsan la toma de consciencia son aquellas que están ancladas en la observación no verbal y las emociones del cliente, no en la información que este da.
Por ejemplo, una investigación publicada en el Journal of Coaching Psychology (2020) encontró que los coaches que basan sus preguntas en la comunicación no verbal (expresión facial, tono de voz, movimientos) de sus clientes, logran un mayor índice de satisfacción y cambio en comparación con aquellos que se limitan a la información verbal.
En la metodología Aura, los movimientos del caballo son una fuente inagotable de datos no verbales, siendo el puente que conecta la observación con la pregunta que genera un «clic». Te entrenas para:
Observar los movimientos del caballo. Conectar esos movimientos con lo que la persona dice, siente y hace. Formular la pregunta que lleve a la persona a la toma de consciencia.
El resultado es un método que te permite pasar de un profesional que pregunta, a un maestro baila con el proceso desde un lugar de profunda conexión.
¿Preparada/o para adentrarte en el arte de la verdadera indagación?