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Como profesional, es común que tu cliente/paciente llegue con una pregunta y espere una respuesta. Te preguntan qué deben hacer, cómo resolver un problema, o qué camino tomar. Y tú, con tu conocimiento, puedes darles una respuesta lógica. Auqnue… ¿con qué frecuencia esa respuesta se traduce en un cambio real y duradero en su vida?

Ahí reside la diferencia entre una respuesta y una revelación. Una respuesta es información que se olvida fácilmente. Una revelación es una verdad que se vive y se siente, que se integra en el ser y que cambia la perspectiva para siempre. La primera se queda en la mente, la segunda, en el alma.

La revelación no se piensa, se siente

En Aura Coaching, nuestros co-facilitadores equinos no ofrecen respuestas, ofrecen revelaciones. Los caballos no te dicen «estás estresado», te lo muestran, te lo reflejan a través de su comportamiento. Un caballo que se aleja puede reflejar una necesidad de espacio no expresada; un caballo que se acerca, un anhelo de conexión oculto.

Este tipo de insight no se puede dar de forma verbal, es una experiencia tangible que el cliente/paciente experimenta en su propio cuerpo. La emoción, el pensamiento y la acción se alinean en un instante de comprensión profunda. Es una forma de aprendizaje que va más allá de la razón, conectando directamente con las emociones y el subconsciente.

Este método se alinea con investigaciones que demuestran que el aprendizaje experiencial es la forma más efectiva de generar un cambio conductual duradero. Los estudios en neurociencia confirman que la información procesada a través de la experiencia se almacena en el cerebro de forma más sólida que la información teórica.

Un impacto que perdura en el tiempo

El valor de esta revelación es exponencial, cuando un cliente descubre una verdad sobre sí mismo a través de una interacción con el caballo, esa verdad queda grabada. No es algo que olvide al salir de la sesión. Al recordar el movimiento del caballo, revive la emoción y la comprensión que tuvo, lo que refuerza el aprendizaje.

El impacto es duradero porque la revelación no proviene de ti, el profesional, sino de su propia experiencia con el caballo. La personase convierte en el protagonista de su propio descubrimiento, lo que lo empodera y lo motiva a seguir su camino de crecimiento.

En tu práctica, tu objetivo no es dar una respuesta, es crear las condiciones para que tu cliente tenga una revelación. Y los caballos son los maestros perfectos para acompañarte en ese camino.

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